Por alguna extraña razón, ella se señala la garganta, o un punto intermedio, entre las clavículas y el cuello. Su elegancia inquebrantable es un desafío a las grietas inevitables del fresco de la vida de todos.
De verdad que intento que estos retratos hechos ya hace años me hablen, pues no recuerdo muy bien qué me llevó a terminar este así. Un viaje reciente a Italia podría ser una buena razón, pero creo que la Mona Lisa sigue en París.
Distinguida señorita, mujer y niña en una, juguetona y justa. Grande Tina.
Cuando la conocí, boxeaba en un bar de mosaico. Es arrojada y valiente. Su determinación esta en la nariz; su delicadeza en el dedo. Su fragilidad en la clavícula. El dibujo la revela no mona pero tampoco lisa. Excelente.
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